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El trastorno dismórfico corporal (TDC) (anteriormente conocido como dismorfofobia) es un trastorno obsesivo que consiste en una preocupación fuera de lo normal por algún defecto, ya sea real o imaginado, percibido en las características físicas propias (autoimagen). Si dicho defecto existe, la preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo perciben de un modo exagerado. El afectado puede quejarse de uno o varios defectos: de algunas características vagas, o de su aspecto en general (global), causando malestar psicológico significativo que deteriora su desempeño social o laboral, hasta el punto de manifestar síntomas ansioso-depresivos severos, el desarrollo de otros trastornos de ansiedad y aislamiento social.
Se estima que el 1-2 % de la población mundial reúnen los criterios diagnósticos propios del TDC.[1]
Las causas del TDC difieren de una persona a otra. Sin embargo, la mayoría de los investigadores creen que podría ser una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales de su pasado o presente. Malos tratos, abuso o abandono pueden ser también factores contribuyentes.
El inicio de los síntomas generalmente ocurre en la adolescencia o en la edad adulta temprana, donde comienzan la mayoría de críticas personales relacionadas con la imagen corporal, aunque los casos de aparición de TDC en niños y adultos mayores no son desconocidos. Se cree erróneamente que el TDC afecta principalmente a mujeres, pero las investigaciones muestran que afecta a hombres y mujeres por igual.
El trastorno provoca deterioro en la calidad de vida; y suele darse comorbilidad con el trastorno depresivo mayor y la fobia social. Con una tasa de ideación suicida de alrededor del 80 %, casos extremos de TDC pueden ser considerados factores de riesgo para el suicidio, sin embargo, muchos casos de TDC son tratados con intervención psiquiátrica o psicológica. Una persona con este trastorno se puede tratar con psicoterapia, medicamentos o ambas modalidades. La investigación ha demostrado que la terapia cognitiva conductual (TCC) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pueden resultar eficaces en el tratamiento del TDC.
El trastorno dismórfico corporal suele ser de curso crónico, y los síntomas tienden a persistir o empeorar con el tiempo si no se tratan. Los afectados por TDC padecen durante muchos años antes de decidirse a buscar ayuda psicológica o psiquiátrica.